Aún no ha llegado el verano
y ya voy abochornada,
con sudores,
el calor es inhumano
y hasta dejé relegadas
mis labores.
Asfixiada por la calle
el abanico meneo
con destreza,
y mientras cimbreo el talle
con el calor me mareo
¡qué tristeza!
Tengo un deseo salvaje
de largarme, sin tardar,
a la playa,
y al hacer el equipaje
no me quisiera olvidar
la toalla.
Ni tampoco el protector
el sombrero, la sombrilla,
ni el pareo;
y tras darme el bronceador
me marcharé por la orilla
de paseo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario