Siempre a vueltas con mi pena,
siempre hablando de lo mismo,
siempre temiendo el abismo
con un temor que gangrena.
Padeciendo la condena
de arrastrar el pesimismo,
cayendo en el patetismo
de manera casi obscena.
No sé expresar lo que anhelo,
pero sé que me destruye
un inmenso desencanto,
que hace pertinaz mi duelo,
ese que jamás concluye,
y me atenaza el espanto.
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