Bajo rodando la cuesta
con mi vieja bicicleta;
mi bata azul llevo puesta,
voy hecha una pizpireta.
Con mis coletas peinadas
y un bonito lazo rojo,
subo calles empinadas,
con valor y con arrojo.
Pero en terrible bajada,
llevando un ritmo veloz,
he salido propulsada
y me he dado un golpe atroz.
El lazo se descompuso,
y aunque me alcé con presteza,
la faldita se me puso
de sombrero, en la cabeza.
Al verme así, de esta guisa,
con aspecto tan fachoso
casi se mueren de risa…
¡qué rato más bochornoso!
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